Padecimientos Tratables
A continuación mencionamos algunos padecimientos tratables con CBD
La epilepsia afecta al 1,5% de la población mundial. Un tercio de esta población sufre lo que se conoce como epilepsia refractaria o resistente a tratamiento, es decir, que no responde a los tratamientos convencionales.
Es habitual que los pacientes que sufren de epilepsia refractaria hayan experimentado sin éxito varios intentos de control de las crisis con distintos medicamentos (de 3 a 5 o más fármacos anti epilépticos y asteroides), así como con otros tratamientos como la dieta cetogénica, la estimulación vagal y aún la cirugía. Igualmente, es frecuente que padezcan los efectos secundarios de estos tratamientos que se agregan al daño de la enfermedad de base.
Esto significa que un porcentaje significativo de pacientes con epilepsia no tiene una respuesta terapéutica satisfactoria, habiendo quienes sufren decenas y aún centenas de crisis diarias. Muchos de estos casos no llegan a la edad adulta.
En la historia de la Medicina es posible encontrar registros sobre el uso del cannabis en el tratamiento de las convulsiones, una de las formas clínicas de las crisis epilépticas, desde mucho antes de la era cristiana.
En nuestro tiempo, el uso de cannabis y particularmente de cannabidiol (CBD) en el tratamiento de la epilepsia, se ha ido extendiendo a partir de los hallazgos de la investigación preclínica y clínica, así como de múltiples relatos de mejorías significativas de distintos tipos de epilepsia de difícil control no clasificados y en el contexto de síndromes como Dravet, Lennox-Gastaut, Doose y West.
Acción anticonvulsivante del CBD en el tratamiento de la epilepsia
Este efecto del CBD fue una de sus primeras acciones descritas por varios investigadores a lo largo de los años 70 y 80.
El o los mecanismos de acción por los que el CBD podría actuar no están completamente comprendidos y conocidos, pero sí se sabe que en su presencia aumentan los niveles de anandamida, uno de los cannabinoides endógenos.
Interacciones del CBD con otros fármacos antiepilépticos
Las interacciones del CBD con otros fármacos antiepilépticos deben ser tenidas en cuenta pues puede aumentar el efecto de algunos como por ejemplo el fenobarbital al inhibir su destrucción, e interferir con el efecto de otros como el clordiacepóxido y la etosuximida. En consecuencia, se debe estar atento a la aparición de efectos adversos, los que pueden deberse más a la falta de inactivación de los fármacos antiepilépticos que al propio CBD. Esto no significa que el CBD no tenga efectos indeseables, pero estos son de leves a moderados y retroceden rápidamente con los ajustes de dosis o supresión del tratamiento.
Cuando se incorpora el uso de CBD en el tratamiento de la epilepsia, la medicación convencional no debe suspenderse bruscamente, sino disminuirse las dosis lentamente y bajo control médico a la medida que se presentan la mejoría o los efectos adversos de la acumulación de medicamentos.
Efectos del CBD en el tratamiento de la epilepsia
En los pacientes en tratamiento con CBD, asociado o no a otros fármacos antiepilépticos, además de la reducción de las crisis en un porcentaje significativo en general mayor al 50% hasta la cesación total, se verifica una mejoría en otros aspectos como por ejemplo a nivel emocional, a nivel cognitivo y motor, así como en la socialización.
Finalmente, en cuanto al cannabis y el tratamiento de la epilepsia, hay algunos casos que no responden satisfactoriamente. En estas situaciones puede ser necesario agregar THC, lo que debe hacerse con cuidado pues este puede aliviar las crisis o desencadenarlas, fenómeno que suele ser dosis dependiente.
Bibliografía: https://www.fundacion-canna.es/cannabis-y-el-tratamiento-de-la-epilepsia
Las características clínicas de la EA incluyen la pérdida de la memoria, espe- cialmente de los sucesos recientes en las etapas más tempranas del proceso, así como cambios en las capacidades cognitivas que interfieren con el estado de ánimo, el razonamiento y la expresión verbal. El curso de la enfermedad es insidioso y se estima que algunos pacientes de la EA pueden sobrevivir hasta 20 años después de ser diagnosticados, aunque la supervivencia media oscila entre los 5 y los 10 años. La edad es el principal factor de riesgo, de modo que a partir de los 60 años, la probabilidad de padecer esta enfermedad se duplica con cada 5 años. Por ello, la EA aparece como uno de los mayores problemas de salud actuales, y que provocará un creciente impacto socio-económico en las próximas décadas.
Además de afectar a la memoria, los pacientes que presentan Alzheimer, frecuentemente tienen problemas de lenguaje verbal y no pueden expresarse correctamente, se empobrece el vocabulario. También es frecuente que haya desorientación, cambios conductuales, insomnio, agitación nocturna, alteraciones del biorritmo, en definitiva, y pérdida de apetito.
El cerebro se está desestructurando fruto de la evolución de la enfermedad, que puede desarrollarse con una velocidad más o menos variable, en función de cada individuo, aunque hay factores genéticos y hereditarios valorables que determinan su desarrollo.
A día de hoy se desconocen las causas de la enfermedad, pero en los últimos años ha mejorado la comprensión de los mecanismos moleculares que están implicados en el desarrollo de la enfermedad.
Básicamente sabemos que el acumulo de una proteína llamada beta amiloide, en el tejido cerebral, acaba formando unas placas y ovillos llamados neurofibrilares, que conducen a situaciones de neuroinflamación y toxicidad en el tejido cerebral, que determinan la perdida de volumen cerebral por muerte neuronal. Esto determina evidentemente la perdida de capacidades del paciente, que se suele expresar inicialmente con una afectación de la memoria, que a partir de cierta edad es un dato de difícil evaluación, aunque existen diferentes test y cuestionarios que pueden orientar de manera aceptable, hacia el diagnostico de Alzheimer.
En la actualidad, el arsenal terapéutico disponible para el tratamiento de la EA sigue siendo muy limitado. Entre los fármacos más utilizados hoy en día destacan los inhibidores de la acetilcolinesterasa (donepezil, rivastigmina, tacrina), que es la enzima responsable de la degradación del neurotransmisor acetilcolina. Su uso se justifica por la observación de que, en términos generales, el déficit colinérgico en el cerebro de pacientes con EA puede explicar algunas de las alteraciones cognitivas, funcionales y de comportamiento de estos enfermos. Sin embargo, debemos tener en cuenta otras líneas de desarrollo terapéutico que abordan distintos aspectos de la enfermedad y en las que el uso de agentes capaces de modular el tono endocannabinoide podría ser importante. Entre ellas, cabe destacar el uso de agentes antiglutamatérgicos, agentes antioxidantes y antiinflamatorios, así como el abordaje de algunos síntomas propios de la enfermedad, tales como la pérdida del apetito, las alteraciones del sueño, los cambios conductuales.
Es importante destacar que, si bien el uso de cannabinoides podría ser valorado de entrada como contraproducente para el tratamiento de la EA, debido a sus efectos psicoactivos y sobre la memoria -recordemos que el uso de THC afecta a la memoria inmediata-, existen otros aspectos de la sintomatología de la enfermedad sobre los que sí podrían ejercer efectos beneficiosos. Tal es el caso de la agitación nocturna, sobre la que el THC y el CBD parecen ejercer un efecto beneficioso. También el efecto estimulante del apetito y antiemético pueden ser de utilidad para el tratamiento de estos pacientes.
Hay estudios que indican que el sistema endocannabinoide se encuentra directamente implicado en los procesos que se desarrollan en el cerebro afectado por la enfermedad de Alzheimer.
Es aquí donde podemos hacer una reflexión sobre el uso de fitocannabinoides para el tratamiento de la patología que presentan estos enfermos.
Tenemos dos situaciones en las que los cannabinoides se muestran efectivos, que son la neuroinflamación y el estrés oxidativo que comportan neurotoxicidad y muerte neuronal a medio y largo plazo.
Además, tenemos que recordar la baja toxicidad de los fitocannabinoides, que comporta un manejo seguro sin la aparición de efectos secundarios que puedan poner en situación de riesgo vital al paciente o generarle situaciones poco confortables. Recordemos que la intoxicación aguda por cannabis no ha sido nunca causa directa de muerte comprobada en ningún fallecido.
Básicamente los estudios se han centrado en la aplicación del Cannabidiol (CBD) para el tratamiento a medio y largo plazo, ya que posee propiedades muy interesantes para tratar la sintomatología y contrarrestar la situación de neuroinflamación que presentan los pacientes.Hemos hablado de neuroinflamación, y el CBD es un antiinflamatorio efectivo también a nivel del SNC, donde el acumulo de placas y ovillos neurofibrilares constituye una de las causas de que los procesos inflamatorios asociados generen multitud de moléculas toxicas para las neuronas. Estas moléculas denominadas radicales libres, son tóxicas para las células, y constituyen el llamado estrés oxidativo. Poder eliminar o contrarrestar estos radicales es crucial para el equilibrio de las células y tejidos, y el CBD nos aporta también el efecto antioxidante que necesitamos en esta situación.
Se estudia pues el uso de CBD en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, pero carecemos de momento de resultados a medio y largo plazo, que podrían determinar la eficacia de su uso, que también está determinada por la fase de la enfermedad en la que se inicia el tratamiento.
Muchos pacientes presentan cuadros ansiosos, y aquí el efecto ansiolítico del CBD es útil para intentar controlar la ansiedad, y también es útil para inducir el sueño, en dosis nocturna, en los pacientes que presentan una alteración leve del sueño. En muchas ocasiones es necesario asociar al tratamiento con THC, para tratar el insomnio o la agitación nocturna que presentan algunos pacientes.
El CBD aporta también en muchos casos una mejoría en aspectos cognitivos, que son valorables y confirmados por los familiares o cuidadores. Hay pacientes que mejoran el lenguaje verbal, mejor orientación, mejor comunicación con el entorno, más estabilidad emocional, dentro de las expectativas razonables. Y siempre en relación a la fase de la enfermedad y a la idiosincrasia de cada paciente.
Podemos esperar, pues, del tratamiento con cannabinoides, efectos a corto plazo, al actuar sobre la sintomatología que presentan los pacientes, pero también sería posible actuar a medio y largo plazo sobre el desarrollo de la enfermedad, con la intención de enlentecer o detener el desarrollo de la enfermedad. Los estudios actuales y los ensayos clínicos que se realicen en el futuro, determinarán que los cannabinoides pasen a formar parte del arsenal terapéutico para estos pacientes.
Biblografia: García Mariano P. Fundacion Canna. Enfermedad deAlzheimer y cannabinoides, texto extraido de: https://www.fundacion-canna.es/enfermedad-de-alzheimer-y-cannabinoides
En México se estima existen 15 mil personas de entre 20 y 35 años diagnosticados con esta enfermedad, pero es muy probable que algunos otros no sean aún identificados, situación que afecta su salud y calidad de vida.
Con el objetivo de generar conciencia sobre la esclerosis múltiple entre la población para una mejor identificación y entendimiento de esta enfermedad, este 31 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Esclerosis Múltiple, cuyo tema es “la Vida con EM”.
Esta iniciativa propuesta por la Federación Internacional de Esclerosis Múltiple (MSIF por sus siglas en inglés) convoca a todas las personas con la enfermedad a compartir a con otros pacientes – a través de videos en redes sociales y el hashtag #LifewithMS -tips y trucos para vivir bien, con el objetivo de ayudar a otros a pasar un día con mejor calidad de vida.
En México, grupos de pacientes como la Asociación Mexicana de Esclerosis Múltiple A.C. (http://amemiap.org.mx.html), se suman a la iniciativa mundial a través de diferentes acciones para conmemorar este día.
La Esclerosis Múltiple es una enfermedad autoinmune del sistema nervioso que afecta al cerebro y la médula espinal, ocasionando que los mensajes entre el cerebro y el cuerpo sean lentos o se bloqueen, y con ello una cascada de síntomas de frecuencia variable como visión borrosa, debilidad en extremidades, sensación de hormigueo, espasticidad (músculos tensos y rígidos) e hiperreflexia (aumento de los reflejos), problemas de memoria y fatiga.
Suele manifestarse entre los 20 y 40 años de edad, siendo el número de mujeres afectadas el doble que el de hombres, y su evolución es impredecible, ya que los episodios pueden ser precedidos por períodos de reducción o ausencia de síntomas o continuar empeorando sin períodos de remisión.
Las causas de la EM no se conoce todavía y aunque hasta el momento no existe una cura, actualmente existen tratamientos que ayudan a controlar lo síntomas, así como a reducir la frecuencia, la gravedad y la duración de las recaídas.
El rol que juega el CBD (cannabidiol) como tratamiento coadyuvante es primordial para disminuir los espasmos musculares que desarrollan los pacientes que padecen esta enfermedad. Asi mismo, está comprobado que las propiedades medicinales de los cannabinoides reducen el dolor, mejoran las perturbaciones del sueño, ayudan a combatir los problemas de incontinencia y malestares urinarios, entre otros síntomas que se pueden tener presentes.
Como interactuan los cannabinoides con la esclerosis múltiple
Aunque esta enfermedad ha sido considerada principalmente un trastorno inflamatorio, también se ha puesto de manifiesto la importancia de los acontecimientos neurodegenerativos en la enfermedad. De esta manera, se ha abierto la posibilidad de que los cannabinoides, debido a sus propiedades citoprotectoras, puedan ser útiles para reducir la muerte de los oligodendrocitos y del daño axonal durante la enfermedad.
Los endocannabinoides tienen propiedades inmunosupresoras y antinflamatorias. Además, potencian la progresión de células T del sistema inmune hacía su fenotipo Th2, lo que ayuda a reducir el grado de destrucción inmunológica en pacientes afectados[1].
Un estudio realizado en la Universidad de Catania, Italia, analizó los datos de 1.534 pacientes de diferentes centros dedicados al tratamiento de la esclerosis múltiple. La investigación concluyó que, después del primer mes de tratamiento con cannabis medicinal, administrado en spray, el 61.9% de los pacientes disminuyeron síntomas como los calambres o los espasmos nocturnos, entre otros[2].
Otra arista de esta enfermedad se desarrolla tras su diagnóstico. Se trata del declive cognitivo y la alteración del estado de alerta como consecuencia de los fuertes antidepresivos y antiespasmódicos que se utilizan como tratamiento para los síntomas de la esclerosis múltiple.
Según el Consortium of Multiple Sclerosis Centers (CMSC) y su estudio Complementary and Alternative Medicine: Controversial and unconventional therapies el impacto sobre las capacidades cognitivas del cannabis medicinal es notoriamente menor al uso de la terapia convencional. En este sentido, están surgiendo informes sobre la mejora sintomática para la rigidez, los espasmos musculares, el dolor neuropático, el sueño y la distensión de la vejiga en pacientes con esclerosis múltiple que tratan su enfermedad con cannabinoides[3].
Bibliografía sobre Esclerosis Múltiple y Cannabinoides
[1]Matsuda LA, Lolait SJ, Brownstein MJ, et al. Structure of a cannabinoid receptor and functional expression of the cloned cDNA. Nature. 1990;346:561–4. [PubMed]
[2] Patti, F. Health Authorities Data Collection of THC:CBD Oromucosal Spray (L’Agenzia Italiana del Farmaco Web Registry): Figures after 1.5 Years. Eur Neurol. 2016 [PubMed]
[3] John P. Zajicek, Vicentiu I. Apostu. Role of Cannabinoids in Multiple Sclerosis. CNS Drugs, 2011, Volume 25, Number 3, Page 187
La enfermedad de Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común, tras la enfermedad de Alzheimer. Actualmente no existe ninguna cura para la enfermedad. ¿Podría el cannabis ser útil para proteger al cerebro de estos enfermos o para aliviar sus síntomas?
La enfermedad de Parkinson es una enfermedad degenerativa crónica del sistema nervioso central que afecta principalmente a las áreas del cerebro encargadas del control del movimiento. Aparece generalmente en personas mayores de 60 años (aunque existen casos del denominado párkinson juvenil que aparecen en personas menores de 40 años) y más en hombres que en mujeres.
La enfermedad de Parkinson se define por la muerte de las neuronas de una zona del cerebro denominada sustancia nigra, encargadas de la producción de dopamina, una de las moléculas neurotransmisoras necesarias para que las señales viajen adecuadamente por el cerebro. Esta falta de dopamina altera la señalización de esa zona, los ganglios basales, encargada del control del movimiento. Es por ello que los principales síntomas de la enfermedad son motores. Al característico temblor en reposo, que todo el mundo asocia con la enfermedad, hay que añadir rigidez, inestabilidad postural y bradiquinesia (enlentecimiento de los movimientos). En etapas posteriores de la enfermedad pueden aparecer también problemas sensoriales, de sueño, afectivos (depresión o ansiedad) y, en las últimas fases, demencia.
Aproximadamente en un 5% de los casos, la enfermedad aparece como consecuencia de la mutación en determinados genes. Sin embargo, en la gran mayoría de pacientes la causa es desconocida, siendo probablemente una mezcla de susceptibilidad genética y factores ambientales.
En la actualidad no existe ninguna cura para la enfermedad y solamente se tratan los síntomas de la misma. Además, uno de los principales tratamientos, la levodopa, que se emplea para suplir la deficiencia de dopamina, deja de ser útil al cabo de unos pocos años y causa movimientos descontrolados (discinesias) en los pacientes. Esto hace que sea necesario investigar nuevos compuestos que puedan proteger a las neuronas de la muerte causada por esta enfermedad y/o aliviar los síntomas de la misma.
Ante este panorama, ¿podría el cannabis ser útil en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson? Ya a finales del siglo XIX se describió el uso por primera vez en Europa del cannabis para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson por William Richard Gowers en su “Manual de las enfermedades del sistema nervioso” (A Manual of Diseases of the Nervous System. Philadelphia, Pa, USA: P. Blakiston’s Son & Co; 1888). Veamos cuál es la evidencia científica 130 años más tarde.
Los compuestos del cannabis denominados cannabinoides (de los que se han descrito más de 100) actúan en nuestro cerebro al unirse a unas estructuras denominadas receptor CB1, presente principalmente en neuronas y responsable del efecto psicoactivo de alguno de estos cannabinoides, y receptor CB2, presente principalmente en las células de glía, responsables entre otras cosas de la respuesta inflamatoria. Estos receptores, junto a las moléculas endógenas que los activan (endocannabinoides) forman parte del sistema endocannabinoide, un sistema de comunicación intercelular presente en nuestro organismo.
Muchos de los cannabinoides tienen un gran potencial neuroprotector. Mediante su unión al receptor CB1 en neuronas pueden protegerlas de distintos estímulos dañinos. También tienen capacidad antiinflamatoria, mediadas por la unión al receptor CB2 de las células de glía. Y por último, pero no menos importante, los cannabinoides son importantes compuestos antioxidantes, protegiendo a las neuronas del daño causado por estrés oxidativo (muy importante en la enfermedad de Parkinson) de manera independiente de su unión a receptor, debido a su propia estructura molecular, o por la unión a otros receptores no cannabinoides, como los receptores nucleares PPAR que tienen actividad antioxidante. Esto se ha demostrado en numerosos estudios preclínicos (in vitro y en modelos animales de laboratorio) para distintas enfermedades como la enfermedad de Alzheimer, la corea de Huntington, la esclerosis múltiple o la esclerosis lateral amiotrófica, entre otras.
La zona de los ganglios basales, afectada en la enfermedad de Parkinson, cuenta con una gran densidad de receptores cannabinoides CB1, lo que tiene sentido dado que el sistema endocannabinoide tiene, entre sus funciones, la del control del movimiento, generalmente inhibiendo el mismo. La importancia del sistema endocannabinoide en esta estructura hizo pensar en el potencial que tendría la manipulación del mismo en la enfermedad de Parkinson. Se ha visto tanto en modelos animales de experimentación como en pacientes con párkinson que este sistema endocannabinoide se encuentra alterado en la enfermedad. Se ha descrito un aumento de receptor CB1 en las neuronas de los ganglios basales, un aumento del receptor CB2 en las células de glía responsables de la inflamación y un aumento del nivel de endocannabinoides. Esto se ha interpretado como una respuesta del organismo al daño causado por la enfermedad. Hay quien ha considerado al sistema endocannabinoide como un mecanismo de defensa cerebral innata.
Los estudios farmacológicos llevados a cabo en modelos animales han visto el potencial neuroprotector de aquellos compuestos con capacidad antioxidante, como el Δ9-tetrahidrocannabinol (Δ9-THC, el principal compuesto psicoactivo del cannabis), el cannabidiol (CBD, el otro cannabinoide más importante, sin actividad psicoactiva) y la Δ9-tetrahidrocannabivarina (Δ9-THCV) y de aquellos con capacidad antiinflamatoria mediante su unión al receptor CB2 (como la Δ9-THCV). La activación del receptor CB1, aunque es una estrategia neuroprotectora que se emplea en otras enfermedades, estaría contraindicada en el caso de la enfermedad de Parkinson ya que empeoraría los síntomas motores al potenciar la inmovilidad de los pacientes. Existen datos que demuestran que el bloqueo de estos receptores CB1 con la Δ9-THCV aumenta el movimiento en modelos animales de la enfermedad de Parkinson.
A pesar de la gran evidencia preclínica acumulada, la investigación clínica realizada hasta la fecha no ha dado resultados positivos.
Los estudios observacionales parecen sugerir que el cannabis podría mejorar los síntomas motores. En alguno de estos estudios, los pacientes que consumían cannabis han indicado que habían experimentado una mejoría en alguno de los distintos síntomas de la enfermedad: temblor en reposo, bradiquinesia, movimientos incontrolados causados por el tratamiento, problemas de sueño o dolor. Existen también estudios, sin embargo, en el que los pacientes no experimentaban ninguna mejoría en el temblor tras consumir una dosis única de cannabis fumado. En otro estudio en el que se administró CBD a enfermos de párkinson, estos relataron mejoras en algunos síntomas psicóticos y en sus problemas de sueño. Este tipo de estudios observacionales presentan numerosos problemas, ya que los investigadores no pueden controlar las variables del experimento, no existe un grupo de control con el que comparar el efecto, las medidas son indirectas basadas en lo que relata el paciente,… todo esto hace que estos estudios presenten muchas variables que pueden confundir el resultado. La principal de ellas es el efecto placebo. Los pacientes, conscientes de que están consumiendo cannabis, pueden relatar que se encuentran mejor al estar convencidos de que ese consumo les hará sentir mejor. Aunque esto no es desdeñable, desde luego que lo deseable sería ver un efecto “real”. Esto se consigue realizando ensayos clínicos aleatorizados y de “doble ciego” en los que ni el paciente ni el investigador saben si el enfermo está tomando el tratamiento o una sustancia de control.
Lamentablemente, son pocos los ensayos clínicos aleatorizados y de doble ciego que se han realizado con cannabis en enfermos de párkinson y además cuentan con pocos pacientes reclutados. En estos pocos ensayos clínicos los resultados no han sido prometedores. Estudios recientes han visto que, usando tanto Δ9-THC aislado como un extracto de cannabis con Δ9-THC y CBD, no se observan efectos beneficiosos en los síntomas motores. Tampoco se han descrito beneficios en la calidad de vida o en los problemas de sueño. En otro estudio en el que se administró CBD durante 6 semanas, no se vio que hubiera un efecto ni sobre los síntomas motores ni sobre la neuroprotección, aunque sí se vio una mejoría en la calidad de vida de los pacientes. Estos estudios, aunque se han realizado con pocos pacientes, parecen indicar que el cannabis no resulta beneficioso para el tratamiento de los síntomas motores de la enfermedad, aunque sí podría ayudar en el tratamiento de los síntomas secundarios. Sería necesario realizar estudios con un mayor número de pacientes y con otro tipo de compuestos que hayan demostrado su eficacia en los estudios preclínicos, como la Δ9-THCV. Para eso sería necesario un cambio en la legislación que permitiera cambiar el estatus que tiene actualmente el cannabis como droga de abuso en muchos países, lo que facilitaría su uso en investigación.
A la vista de estos resultados, parece que el consumo de cannabis, debido a su capacidad de activar el receptor CB1 por compuestos como el Δ9-THC y otros, no sería la mejor estrategia para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, un tratamiento con aquellos compuestos con mejor perfil farmacológico, como Δ9-THCV combinado con CBD, bien en estado puro o como extractos botánicos de plantas enriquecidas en esos compuestos, podría resultar útil.
El intestino es un órgano fascinante, es aproximadamente siete metros de largo en humanos y cumple no sólo funciones digestivas si no también otro número de funciones importantes. Por ejemplo, el intestino tiene un rol importante para la defensa inmunitaria, ya que el 70% de todas las células inmunes están localizadas en el intestino delgado y grueso y el 80% de todas las reacciones de defensa toman lugar aquí. Además, el intestino tiene un efecto decisivo en la psyche de cada persona – En este contexto es también muy comúnmente llamado “el estomago del cerebro”. Esto es por que es muy malo cuando este órgano fascinante está infectado con enfermedades. Particularmente problemáticas son las frecuentes Enfermedades Inflamatorias Intestinales (EII).
La enfermedades de Crohn y la Colitis Ulcerosa – a la cual este artículo está dedicado – son los más conocidos ejemplos de las EII. La Colitis Ulcerosa, la forma más común de EII, tiene el principal síntoma de diarrea sangrienta, calambres abdominales severos y tenesmo, lo cual es la persistente y dolorosa necesidad de evacuar. El curso de la enfermedades es difícil de predecir; puede variar desde fulminantes recaídas hasta un curso activo crónico (persistencia de los síntomas clínicos).
Colitis Ulcerosa y Cannabis médico
El tratamiento sintomático de las enfermedades intestinales representa un importante campo de aplicación de las terapias con cannabis, ya que el cannabis puede aliviar síntomas como el dolor abdominal, la pérdida de apetito y la diarrea. (Lal 2011; Weiss 2015)
Además de el tratamiento para estos síntomas, hay muchas indicaciones de que el cannabis puede contrarrestar activamente la inflamación causada por la Colitis Ulcerosa. Los doctores están de acuerdo en que aún hay mucha investigación por delante pero que ya hay un gran numero de estudios que se han llevado acabo sobre el tema. Algunos de estos son explicados a continuación.
Que la Colitis Ulcerosa es asociada con el sistema endocannabinoide humano es, por ejemplo, demostrado en un estudio hecho por Marquez, Suarez et al. Este estudio pudo demostrar que las personas con Colitis Ulcerosa pudieron experimentar cambios en el sistema endocannabinoide. Esta visión llevó a los investigadores a la suposición de que los cannabinoides y otras drogas que actúan en el sistema endocannabinoide, podrían ser potencialmente usadas en el tratamiento de la Colitis Ulcerosa. La participación de el sistema endocannabinoide en la lucha contra la inflamación en el intestino ha sido también demostrado por Massa, Marsicano et al. Ellos (igual que Marquez, Suarez et al.) llegaron al resultado de que la modulación del sistema endocannabinoide es una visión terapéutica extremadamente importante y prometedora para el tratamiento de la Colitis Ulcerosa y otras enfermedades de inflamación del intestino.
Sin embargo, como otros estudios en este tema, estos dos estudios son de gran interés y llegan a la conclusión de que se necesita más investigación para poder identificar y explorar el potencial de manera más precisa. Uno de los cannabinoides con un efecto beneficial para la Colitis Ulcerosa es el cannabidiol (CBD). Este ingrediente no psicoactivo de la planta del cannabis es usado, entre otras cosas, por su efecto analgésico y antiinflamatorio.
Con respecto a los efectos del CBD en la Colitis Ulcerosa, un interesante estudio fue llevado acabo por investigadores de la Universidad de Nápoles en 2011. Ellos investigaron el efecto del CBD en el tejido intestinal tomado de un paciente que sufría de Colitis Ulcerosa durante una biopsia, así como segmentos del tejido intestinal de un ratón infectado con colitis. En el curso de este estudio, el cuál incluyó numerosos experimentos, el CBD fue identificado como un “agente terapéutico prometedor, el cual es capaz de mejorar las estimulaciones del eje neuroinmune” y es, por lo tanto un instrumento prometedor para el tratamiento de las enfermedades inflamatorias intestinales. Estudios como estos sugieren que CBD tiene un cierto efecto terapéutico para la Colitis Ulcerosa en pacientes.
Aún más prometedor es el efecto antiinflamatorio del CBD en combinación con THC. En la Universidad de Hertfordshire (GB), el efecto del THC y el CBD – solo y en combinación fueron testados para ratas con colitis. Ellos llegaron a la conclusión de que el THC puede contrarrestar la inflamación intestinal incluso de manera más eficaz que el CBD. Al mismo tiempo, fue posible demostrar que una dosis baja de THC solo no tendría ningún efecto, mientras que la adición de CBD a una dosis baja de THC podría ser incluso más efectiva que una dosis alta de THC.
A la vista de que CBD – a diferencia de THC – no lleva acabo ningún efecto secundario, los investigadores concluyeron que es probable que sea incluso más ventajoso combinar CBD y THC en el tratamiento de Colitis Ulcerosa que tan solo tratar al paciente con THC. El hecho de que muchos pacientes con Colitis Ulcerosa and otras EII ya ha dirigido su atención al potencial uso médico del cannabis medicinal, fue demostrado por un estudio que encontró que el uso de la marihuana y el hachis entre pacientes con EII es más común que en el resto de la población.
Sin embargo, es probable que el cannabis médico adquiera un reconocimiento como una forma de terapia complementaria para enfermedades como la Colitis Ulcerosa. Por lo tanto, permanece a la espera de que más esfuerzo sea puesto en la investigación de los mecanismos de acción de los cannabinoides en conexión con la Colitis Ulcerosa.
La fibromialgia es una enfermedad de etiología desconocida que se asocia al dolor crónico generalizado, el cansancio, la alodinia y la sensibilidad excesiva al dolor en múltiples áreas corporales y puntos definidos.
Otros síntomas comunes entre las personas que sufren fibromialgia son la dificultad para dormir, rigidez matutina, dolor de cabeza, periodos menstruales dolorosos en el caso de mujeres, sensación de hormigueo o adormecimiento en manos y/o pies, falta de memoria o dificultad para concentrarse.
Se cree que la enfermedad se debe a una función anormal del sistema nervioso central, dónde se origina una amplificación de las señales de dolor, lo que provoca que estímulos que en condiciones normales no provocarían dolor sean percibidos como altamente dolorosos (alodinia).
Dado que la fibromialgia es difícil de controlar con analgésicos, muchos pacientes buscan aliviar su dolor con terapias alternativas como, por ejemplo, los cannabinoides. Aunque aún existen pocos estudios clínicos sobre el efecto del cannabis medicinal en esta enfermedad, se ha demostrado que el consumo de derivados del cannabis tiene efectos beneficiosos sobre algunos síntomas de la fibromialgia como el alivio de dolor y la rigidez muscular, mejorando de esta manera la calidad de vida de los pacientes (Fiz y cols.,2011).
Estudios sobre tratamientos de la fibromialgia con cannabis terapéutico
Un estudio de 2008 (aleatorizado, doble ciego, y controlado con placebo) demostró una mejoría significativa del dolor y de numerosos parámetros asociados a la fibromialgia tras la administración de Nabilona (un cannabinoide sintético) durante dos semanas [2].
En otro estudio de 2011 se pudo observar, además de una mejora del dolor y la rigidez, un aumento del bienestar general del paciente tras la administración de cannabis tanto vaporizado como por vía oral [3].
A causa del potencial terapéutico de los cannabinoides en el tratamiento de la fibromialgia y la poca oferta de tratamientos efectivos existentes se están llevando a cabo numerosos estudios para entender mejor tanto la enfermedad como sus posibles tratamientos.
Es por ello que se está realizando un estudio con pacientes con fibromialgia para poder determinar a nivel científico el potencial terapéutico que se tiene para este tipo de padecimientos.
Bibliografía sobre tratamientos de la fibromialgia con cannabis terapéutico
[1] PA, Ste-Marie et al. 2012 Association of herbal cannabis use with negative psychosocial parameters in patients with fibromyalgia. Arthritis Care Res (Hoboken). 2012 Aug;64(8):1202-8.
[2] Skrabek et al. 2008. Nabilone for the treatment of pain in fibromyalgia. The Journal of Pain 9: 164-173.
[3] Jimena Fiz,Marta Durán, Dolors Capellà, Jordi Carbonell, Magí Farré, 2011. Cannabis Use in Patients with Fibromyalgia: Effect on Symptoms Relief and Health-Related Quality of Life
El cáncer es una patología frecuente que afecta distintos órganos y sistemas y en el que el cannabis puede ser utilizado como un complemento del tratamiento con tres objetivos:
Cannabis en el tratamiento del cáncer aliviando los efectos secundarios de la quimio y radioterapia
Los beneficios que aportan los cannabinoides son la mejoría de náuseas y vómitos, estimulación del apetito, alivio del dolorimiento presente en algunos tratamientos quimioterápicos y radioterápicos, y mejoría del frecuente malestar general.
Cannabis en el tratamiento del cáncer aliviando síntomas de la enfermedad y/o su impacto en distintas etapas
En este caso los beneficios se orientan a dos objetivos:
Complemento terapéutico durante la enfermedad para tratar la pérdida de apetito, el dolor (metastásico o no), los trastornos del sueño, la afectación de la calidad de vida y del estado de ánimo.
Uso paliativo, en el que básicamente se buscan los mismos beneficios pero referido a etapas terminales. Aquí adquiere particular importancia el efecto psicoactivo del THC para ayudar al paciente con el sentimiento de angustia de las fases terminales de muchas enfermedades. La sensación de bienestar, relajación, desapego de la situación real, alivian al paciente y a la familia al no ver sufrir a su familiar.
Cannabis en el tratamiento del cáncer como agente antitumoral
La tercera aplicación del cannabis y los cannabinoides en el tratamiento del cáncer se relaciona con tres importantes acciones:
Determinación del “suicidio”(apoptosis) de las células tumorales sin afectar las sanas.
Inhibición del factor formador de vasos sanguíneos reduciendo la nutrición tumoral,
Inhibición del factor de migración celular reduciendo su potencial de propagación y metástasis.
Estas acciones han sido demostradas en cánceres de origen animal y humano. También existen algunos reportes anecdóticos del efecto de reducción tumoral. Pero aún no hay estudios suficientes que permitan determinar las dosis requeridas para lograr eficacia. Al presente, se puede decir que aumentan la eficacia de los tratamientos protocolizados para distintos cánceres, como el de mama, próstata, cerebro y colon, entre otros, pero la eficacia aislada de los cannabinoides sería menor que los tratamientos estándar (cirugía, quimioterapia, radioterapia).
En suma, el cannabis y los cannabinoides en el tratamiento del cáncer puede usarse para tratar los efectos secundarios de la quimio y radioterapia, algunos síntomas del cáncer, tratamiento paliativo y antitumoral, y se recomiendan como parte de un abordaje oncológico integral.
Según la IASP (International association for the study of pain) el dolor se define como una “experiencia sensorial o emocional desagradable asociada a un daño real o potencial en un tejido, o descrito en términos de dicho daño”. Mundialmente el dolor es una de las causas más frecuentes de consulta médica y tiene gran influencia sobre la calidad de vida y el funcionamiento general del paciente. Es un síntoma subjetivo ya que cada paciente lo siente de una intensidad diferente teniendo su propio umbral de dolor. Este umbral depende tanto de la parte sensorial que indica que algo en el cuerpo esta alterado, como de la parte biológico-somática donde influye la dimensión psíquica e interpretación personal. Se clasifica, según su duración en el tiempo, en agudo y crónico.
“El dolor crónico se caracteriza por tener una duración superior a 3-6 meses”
El dolor crónico se caracteriza por tener una duración superior a 3-6 meses, puede persistir inclusive si la causa ha desaparecido y puede subclasificarse en dolor nociceptivo (causado por el tejido inflamado o dañado que activa los nociceptores de un sistema nervioso intacto) y dolor neuropático (causado por una lesión o disfunción del sistema nervioso).
Debido a la alta prevalencia del dolor y el difícil control analgésico de ciertos tipos de dolor (p.e. el dolor crónico y neuropático), uno de los objetivos fundamentales de la investigación farmacológica es la búsqueda de fármacos analgésicos nuevos que presentan ventajas frente a los ya existentes. El descubrimiento del sistema endocannabinoide y su revelación como sistema de neuromodulación central y periférica han llamado la atención hacía su potencial terapéutico como moduladores del dolor especialmente en enfermedades tales como el cáncer, esclerosis múltiple, fibromialgia, entre otros.
Tipo de cannabinoides que interactuan con el dolor crónico
Desdel siglo XIX se está investigando sobre el poder analgésico de los cannabinoides en numerosos experimentos con animales y dado que los seres humanos tenemos receptores cannabinoides en varias estructuras implicadas en la modulación y transmisión del dolor, parece una consecuencia lógica probar su uso como analgésico en situaciones donde los fármacos actuales no son eficaces o producen efectos secundarios graves.
Para entender el potencial analgésico del cannabis terapéutico es crucial entender la relación entre los mecanismos de transmisión del estímulo doloroso y el sistema endocannabinoide.
“La activación de receptores cannabinoides presentes tanto en la médula como en el cerebro inhiben la transmisión de estas señales dolorosas.”
Las propiedades analgésicas de los cannabinoides se deben básicamente a la presencia de los receptores cannabinoides CB1 (y en menor cantidad CB2, y TRPV) a nivel del sistema nervioso central y periférico. Un estímulo de dolor llega a través de las vías nerviosas a la médula espinal y desde ahí es transmitido hacía zonas del cerebro relacionadas con el procesamiento del dolor. La activación de receptores cannabinoides presentes tanto en la médula como en el cerebro inhiben la transmisión de estas señales dolorosas. A nivel periférico además de inhibir la transmisión de señales, la activación de CB2 reduce la liberación de mediadores proinflamatorios en el lugar de la lesión.
El sistema endocannabinoide se localiza frecuentemente junto con el más potente y mejor conocido sistema de control del dolor: el sistema opioide. Ambos están presentes en las principales estructuras nerviosas implicadas en la transmisión del dolor y se ha podido observar un efecto sinérgico entre ambos sistemas en el control del dolor (Mazanares y cols.,1999; Yesilyurt y cols., 2003).
En un estudio cruzado de doble ciego realizado por Wilsey B., se observó la reacción de treinta y ocho pacientes con dolor neuropático central y periférico que se sometieron a tratamiento con cannabis. Aquí se pudo comprobar que sí hubo una respuesta analgésica sobre estos pacientes, además los efectos psicoactivos fueron mínimos y bien tolerados.[1]
Sin embargo, en un estudio realizado por “Clinical Pharmacology and Therapist”, no se observó ningún cambio significativo en la concentración/tiempo en plasma de Morfina (opioide) después de la exposición al cannabis, pero sí se pudo observar una reducción significativa del dolor crónico después de la adición de cannabis vaporizado. Por lo tanto, se concluyó que: “El cannabis vaporizado aumentaba los efectos analgésicos de los opioides sin alterar significativamente los niveles del mismo en plasma, permitiendo que esta combinación logre reducir las dosis del fármaco, junto a sus efectos secundarios”. [2]
A base de estos datos se puede concluir que la administración conjunta de cannabinoides con opioides podría potenciar el efecto analgésico ofreciendo además ventajas de seguridad ya que de esta manera se reduce la cantidad necesaria de opioides y consecuentemente la aparición de efectos secundarios debidos a estos.
Bibliografía sobre cannabinoides y el Dolor Crónico
[1] Wilsey B, Marcotte T, Tsodikov A, Millman J, Bentley H, Gouaux B, Fishman S. “A randomized, placebo-controlled, crossover trial of cannabis cigarettes in neuropathic pain”. J Pain. 2008 Jun;9(6):506-21. doi: 10.1016/j.jpain.2007.12.010. Epub 2008 Apr 10.
[2] Abrams DI, Couey P, Shade SB, Kelly ME, Benowitz NL. Cannabinoid-opioid interaction in chronic pain. Clin Pharmacol Ther. 2011 Dec;90(6):844-51. doi: 10.1038/clpt.2011.188. Epub 2011 Nov 2.
[3] D. I. Abrams, MD, C. A. Jay, MD, S. B. Shade, MPH, H. Vizoso, RN, H. Reda, BA, S. Press, BS, M. E. Kelly, MPH, M. C. Rowbotham, MD and K. L. Petersen, Cannabis in painful HIV-associated sensory neuropathy A randomized placebo-controlled trial. MD. Neurology February 13, 2007 vol. 68 no. 7 515-521